Manrique se equivocaba, ¡aúpa Morad! (Lo sé, no queda creíble)
Me aparece una publicación muy interesante sobre la demolición de una estación con bastante interés estético en un pequeño pueblo castellano-leonés. Por lo visto, el ayuntamiento, sabiendo de la demolición no hizo ningún comunicado ni informó a los vecinos. La tan cacareada transparencia, debe ser. Exactamente transparencia de los ciudadanos, que cuando no interesa su opinión, son invisibles.
En el video, el locutor se pregunta, principalmente, de qué sirve esa demolición cuando se podrían hacer veinte mil cosas. Desde conservarlo como patrimonio, darle otra utilidad o, ligado a lo primero, convertirlo en un pequeño centro municipal de interpretación del antiguo patrimonio industrial. La idea no es descabellada. Pero el locutor, aunque insinúa parte del problema al expresar que el ayuntamiento no comunicó nada, parece hacerse el ingenuo al decir no entender por qué se destruye cuando podría servir de centro de interpretación del patrimonio industrial.
Fácil, muchacho, hay que destruir todo rápido y esconderlo debajo de la alfombra antes de que más gente se pregunte qué demontres están haciendo con nuestro país. Quiénes dirigen España, sean quiénes sean, no quieren que haya conciencia de todo aquello que hemos llegado a tener. Quieren hacernos creer que vivimos en el mejor momento de nuestra historia. Un centro de interpretación es lo contrario, es como si el asesino le hiciera un panteón al asesinado. Y tonterías las justas. Menos lambo y más tren con olor a porro.
Y esa estación, me la tiras abajo, que a ver si alguien va a querer aprovechar infraestructura ya existente, revitalizarla y hacer un plan real de transporte público nacional. Hasta ahí podríamos llegar. Que la cosa es que la gente se mude a zulos de la periferia de la ciudad y utilice latas de anchoas con olor a culo de Hassán para servirnos copas en el centro. La cosa es que los currelas dejen la furgoneta y la Picasso y asuman que son culpables del cambio climático. Y los del pueblo castellano-leonés con estación que quieran moverse… ¡Ah! ¡Pero si no hay estación! Bueno, se habrá derrumbado sola.
Ya hay demasiados centros de interpretación del patrimonio industrial. Demasiada memoria de todo aquello que nuestros abuelos construyeron y consolidaron para quiénes veníamos después. Intolerable. Viejos fascistas anticlimáticos que consiguieron erigir centrales térmicas y hacerlas funcionar con aquellos pedruscos negros que les provocaron silicosis. Egoístas que querían trabajo, bienestar y algo con lo que nos mantuviéramos sus descendientes. Indecentes que, incluso, se congratularon en tener trenes en pueblos medianos con estaciones que han aguantado 40 años abandonadas y siguieron en pie hasta que pasó el progreso social con su grúa ecosostenible que llegó al pueblo movida por la energía de abrazos y buenas palabras.
Sé que nos cabe la tentación de creer que quieren un pueblo tan o más desarmado como su soberanía, pero son ideas sin fundamento. Estoy seguro que derrumbar esa estación se debe a que se necesita esa parcela junto a las vías para hacer vivienda social. Las infinitas hectáreas urbanizables en un pueblo que sufre despoblación son inaprovechables. Mejor tumbar la estación. Bueno, y ya que estamos, adiós vías. No vaya a ser que alguien se tropiece. En absoluto sórdido.
Es comprensible. Pero las mentes simples únicamente ven absurdos que siempre van para acabar con nuestra memoria y nuestra herencia. Malpensados. Es igual que en Langreo. Hace no tantos años, se quería conectar la central térmica de Lada con la de Velilla en Palencia con una línea de alta tensión. La oposición descartó el plan. Y al poco, plan de cierres de centrales térmicas. Algunos lo ven apresurado y sospechoso. Gentuza sin neuronas.
Realmente gente sin capacidad que se creen que dar tumbos en políticas y que todo siempre acabe en destrucción industrial y energética es para hacer daño a la clase trabajadora. Bueno, y aunque así fuera, debemos vivir con menos para cuidar nuestro planeta y dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Y si no tenemos hijos, mejor aún. No hay ningún sinsentido. Lo que pasa es que no se quiere entender la lógica tan bondadosa que nos ofrecen las zorras del corral.
Y si en el mismo Langreo, hay despoblación por falta de empleo y desindustrialización, incluso si sobran viviendas en el mercado, urge derrumbar la central térmica. Ese espacio es fetén para vivienda social. Un desarrapado sin ideas propias diría que es un absurdo y huele a pelotazo y a ganas de no dejar ni rastro de industria. Es más, se podría pensar que no se quiere dejar ni la oportunidad de entender cómo funcionaba una central térmica para evitar que haya la tentación de volverlas a construir. ¿Para qué centrales térmicas y carbón asturiano cuando se pueden financiar los paneles solares del dueño del chalet y que ahorre un 20% de energía? Es que hay que explicarlo todo.
Es como el plan catalán de llenar el 3% de la superficie de Cataluña con paneles solares para salvar el mundo y ser autosuficientes. Muy creíble y nada absurdo. El 3% de la superficie de Cataluña no es nada. Quizás el 6,8% de Cataluña sea suelo urbano y urbanizable y la gente dice que está sobresaturado. Pero el 3% de paneles solares es sanísimo. Y está todo pensado. El plan, aparte de llenar el 3% de nuestro suelo con paneles solares, también incluye reducir el consumo un 50%. Ósease, consumiremos la mitad. Un imbécil pensaría que matarán a la mitad de la población o nos tocará tener hasta neveras municipales porque una nevera por hogar es un lujo innecesario. A menos que tengas un Tesla, que entonces tienes patente de corso porque eres eco, como los polvos solubles de Nestlé. Pero no, esa reducción vendrá de que todo será mucho más eficiente. Y si no lo es, ajo y agua.
Demos gracias a nuestros líderes porque saben lo que necesitamos. Y lo que necesitamos es olvidar el pasado. Manrique se equivocaba, ningún tiempo pasado fue mejor. Eso son añoranzas antisociales. Menos Manrique y más Morad. Porque Morad tiene más ritmo. Y antecedentes.
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