Mercaderes de sombrita
Veo una publicación reciente del ayuntamiento. Publicitan sus «refugios climáticos». Una cosa extraña que no saben definir muy bien y que tampoco saben computar exactamente. En éstas fechas veraniegas le llaman «refugio climático» a un lugar público que supuestamente permite estar más fresco. Y supuestamente cuando caiga el diluvio universal, tendrán un arca preparada. Pero trataremos de lo que llaman refugios climáticos en verano. Y no me cebaré con el hecho de que uno de esos «refugios» es una plaza de arena a pleno sol en la que han puesto una lonita tan útil como que crea más bochorno y calor debajo. Descrito por alguno «refugio climático que produce 42° cuando la temperatura es de 33°. Un éxito. Si eres chistorra.
Aunque hay otros «refugios». Muchos interiores. Como bibliotecas y escuelas. Algo gracioso. No conseguimos que la gente lea, pero pretendemos que vayan a la biblioteca para estar junto al aire acondicionado. Bueno, algo es algo, quizás a alguno se le cura el analfabetismo por osmosis. Aunque me parece llamativo llamarle «refugio climático» a un edificio publico con el aire acondicionado a tope, lo cual paga el contribuyente a escote. El mismo contribuyente al que se le hicieron campañas en plan alcohólicos anónimos porque habían ciudadanos psicópatas que ponían el aire acondicionado en verano en sus casas. Inaceptable. Ahora hemos mejorado. Se acabó pagar aire acondicionado, no hay dinero y ya os hemos difamado bastante. Ahora con vuestros dineros os diré que podéis entrar a un edificio público(que parece que antes la entrada era privada) y le pondré un nombre rimbombante para darme aires de salvador de gordos sudorosos. El Mesías del Fujitsu. Acabáramos.
Pero hay que arrear más. Porque también le llaman «refugios climáticos» a una zona arbolada con sombra. Vaya, lo que siempre ha sido «mira el yayo que está en esa sombrica bien buena», ahora «mira ese pobre refugiado climático haciendo uso de la beneficiencia municipal». Aunque no es esa mofa lo indignante. Lo indignante es tratar de «refugio climático» y darse aires de algo cuando los últimos 15 años hemos sido maestros en arrancar árboles y construir enormes superficies desprovistas de protección y sombra pero llenas de hormigón bien gris y reflectante. Y ahora, una vez creada esa mierda de urbanismo diáfano, frío e inhumano, gélido en invierno, asfixiante en verano y feo todo el año, a los dos árboles que quedan y el banco que no quitaron por despiste, le llamamos «refugio climático».
Aún tendré que dar gracias porque hayan iluminados que hayan destrozado aquello que siempre tuvimos y utilizamos, le pongan nombre a los restos y me lo vendan como un éxito de la administración. Para eso prefiero ir al súper, se está fresco y puedo comprar un zumito. Eso sí que es un refugio y no el puto banco hecho con piedras calcáreas, alambre y madera sin barnizar en medio de una plaza de hormigón y un monumento oxidado que da angustia hasta a oscuras. Putos genios. A ver si alguien os mete en la lámpara, que allí también hay sombra.
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