Lo que le han hecho a «El Cuervo» de Brandon Lee con la versión del 2024 me recuerda horrores a lo que les hicieron a las películas de terror de Hellraiser con la versión de 2022. Pero con una diferencia, las películas originales de Hellraiser no pueden tratarse de películas de culto, así que cualquier bajada de calidad en alguna versión posterior, la pueden resistir sin grandes daños. Pero a «El Cuervo» no le pasa lo mismo. También porque la bajada de calidad de un remake que pretendía ser un tributo a Brandon Lee, es de hostia que suena a roto.
Algo pasa con los remakes que se hacen hoy en día, que aparte de ser una forma de gastar millones en confetti para reciclar una historia en la que no se gastan ni un chavo, dan auténtico asco. Y me callo lo de Blancanieves, porque no es ni polémica. Es una película que merece ser quemada en las plazas. Y si, suena mal. Pero peor sienta verla.
Volvamos a «El Cuervo» de 2024. Y seré claro y lo más justo posible. La película empieza bien. Si ves el comienzo de la cinta, es prometedora. Se desvía de la historia original, pero los tiempos cambian y coger una historia buena y darle profundidad, puede dar buenos resultados. Y eso es lo que parece al comienzo, lo repito.
Pero es que llega un momento en que alguien se vino muy arriba y la historia de venganza y promesa de amor eterno pasa a snuff movie completamente ridícula. Incluso con el típico cliché de ponerle música clásica a una matanza llena de sangre y vísceras. Algo que, según me dicen, es para darle profundidad y ritmo. A mí me parece que le quita cualquier seriedad, lo lamento. Lo convierte en una sátira de si misma. Es como si alguien se pone a tocar la Traviatta con el sobaco llevando una corbata. Si, muy elegante, pero es un sobaco.
La escena o parte concreta que supone el punto álgido del nudo de la historia es lo que define la película. La parte de la ópera. Sería la parte que resume la película. Y eso es el drama. Porque es una escena ridícula, llena de sangre y violencia con nulo sentido. Y el final de la escena es aún más ridículo. Porque lo intentan presentar como una especie de «fantasma vengador»(encima en un teatro, que la referencia al «Fantasma de la Ópera» sea poco obvia), pero se parece más al concepto de «un loco suelto con un cuchillo en el Cercanías».
Hay un factor psicológico dentro de ambas películas que las hacen completamente irreconciliables y ofrece un mejor enfoque de la psique humana en el papel de Brandon Lee que en la cosa bipolar que es en 2024.
El Eric Draven de Brandon Lee, lógicamente, busca venganza. Pero no se sabe invulnerable cuando regresa al mundo. Eso lo descubre por si mismo. Y en el momento en que descubre que su retorno para cobrar venganza también le ofrece no poder «morir», su confianza en sí mismo se vuelve la clave para poder acabar con todos. Escribo «morir» con las comillas porque, como sabemos, Draven ya está muerto, pero en su retorno físico al mundo tras su muerte, se vuelve invulnerable. Algo ligado también a que el cuervo que le acompaña no muera. Tema olvidado en la versión de 2024. Pero quiero profundizar en el elemento psicológico que define al Draven de Brandon Lee respecto al esperpento de 2024.
Lógicamente, cuando Draven vuelve, quiere venganza. Eso lo tiene claro y ofrece la chispa. Pero es el descubrimiento de su invulnerabilidad lo que le define el comportamiento ante la venganza.
El Draven de Brandon Lee es realmente la imagen de un espectro vengador. Un ser que es consciente de su invulnerabilidad, pero que no se expone gratuitamente. El poder recuperarse de cualquier daño le da un alto nivel de confianza para poder enfrentarse violentamente, pero no se suelen exponer gratuitamente. Su característica principal es que el ser «inmortal»(aunque el término es absurdo) le da tal seguridad en sí mismo que es capaz de emplear la violencia y la teatralidad con gran eficacia. Hay que pensarlo, muchas veces somos ineficaces y no intentamos según qué conductas en momentos de gran tensión porque el miedo a la muerte siempre está allí y nos cohibe y hace dudar. El Eric Draven del año 94 utiliza su inmortalidad como la base sobre la que construye su confianza psicológica y optimización de la violencia. Espero explicarme. Sin miedo, nuestras acciones pueden ser mucho más exactas eficaces.
El caso del Draven de 2024 es algo peor. Antes de la primera «recuperación» ante un ataque, ya podía saber que era «inmortal» y, aún así, parece nos encontramos ante un pasmarote o un payaso. Las primeras «venganzas» son auténticos desastres que parecen de película de humor negro malo. La constancia de que no puede «morir» no le ofrece ningún cambio psicológico. Muestra dudas ante sus asesinos y parece un auténtico pánfilo, torpe y sin motivación. Las escenas en que su «retorno» es una especie de oportunidad y no un trato. Cuando aún no va vestido de emo dopado. Cuando fracasa y hace el trato para volver otra vez, es cuando hay un cambio de actitud. O más bien, de personalidad completa. En un primer momento «El Cuervo» es un chiste andante. Si, te mata, pero por el camino puede perder una pierna.
Cuando se produce el cambio, sin ninguna progresividad, se convierte en una mezcla de sicario profesional y suicida. Es puro exhibicionismo violento. La escena paseando por la calle con una katana ante todo el mundo, fantástica. Es de psiquiátrico. El Draven original de Brandon Lee poco menos que actuaba como un fantasma ante los demás porque sabía lo perturbador de volver de entre los muertos y su única misión era contra sus asesinos. Pero el Draven de 2024 en un momento dado pasea armado y vestido de gótica culona por la calle y nadie dice nada. Es más, gabardina de cuero sin camiseta debajo. Le falta abrirse la gabardina como un exhibicionista frente a un colegio y gritar «¡me vais a chupar los…!». Es grotesco. Se expone a todo ataque. No evita ningún daño. Hay un gran cambio de personalidad, prácticamente patológico y con poco sentido psicológico. Lo único que se me podría decir es «por lo menos su carácter evoluciona». Pero tratar esa bipolaridad como una evolución del personaje es aún más ridículo.

Conclusión, el Draven de Brandon Lee está mejor construido.
El comienzo de esta versión contemporánea de «El Cuervo» tiene malas críticas y mala valoración en general porque es una película que promete mucho y te acaba dando un disgusto gordo. Te promete la Luna y acabas en una estafa piramidal.
Lo repito, el comienzo no es malo. Pero deja el listón muy alto para lo que acaba siendo. Y no es una película de venganza y amor, un drama sobre la promesa de amor eterno y el anhelo de venganza de los torturados. No, en absoluto. Eso era la original. La versión de Brandon Lee de «El Cuervo» representaba eso. Y lo mejor de todo, es que lo transmitía siendo una película bastante parca. Pero el espectador estaba enfocado a comprender el mensaje por si mismo. ¿Qué hace la versión del 2024? Intentar darle profundidad y elaboración a dicha idea con mucho diálogo y dirigir explícitamente al espectador, para acabar en una película de terror mala con fuerzas sobrenaturales, el infierno y sangre por cada esquina en escenas absurdas que darían vergüenza a «La Matanza de Texas». Ósease, que mucho cuento para no llegar a ningún lado. Si, muchas escenas en toda la película para que se vean los abdominales y el culo de Bill Skarsgård y las adolescentes y otras más talluditas se lo tomen como motivación para tolerar un bodrio de película de terror mala. Ni thriller, ni drama. Es una película de terror mala cuando llegas al final.
Lo más «gracioso», por así decirlo, es que Bill Skarsgård o Draven sufre un cambio de estética mientras es «El Cuervo». Pasa de mamarracho inmortal y pasmarote a una versión de Eduardo Manostijeras metido de cocaína y esteroides. Supuestamente, la segunda versión, es la relacionada o el tributo a «El Cuervo» original y a Brandon Lee. Es para darles con la mano abierta.
Draven o «El Cuervo» de Brandon Lee, recordemos que era un rockero asesinado junto a su prometida con la mayor crueldad. De ahí la estética oscura y la pintura facial tipo «Kiss» o gótica. Subcultura urbana de la época.

Pero es que la estética que adquiere en la versión de 2024 como tributo a la versión original, es una especie de cambio de personalidad radical que se materializa en la estética. Y el Draven de Bill Skarsgård pasa de niño traumitas y débil de carácter, teóricamente de alma sensible y atormentada, que estaba en desintoxicación, a psicópata sangriento y absurdo es cosa de minutos. Y se intenta justificar el giro con una escena en que su «maldición» pasa de ser una «oportunidad» a ser un «trato». Mercantilismo en vena.

De ahí que como digo, el Draven de 2024 pase de mamarracho más flojo que el pedo de un grillo a una especie Terminator de ultratumba. Con una estética muy oscura, si. Pero nada de tributo a Brandon Lee. El Draven de Bill Skarsgård pasa a ser una cosa absurda. Es como el hijo bastardo del Joker de Jared Leto hasta arriba de drogas y un personaje de Tim Burton con tatuajes de modernillo nacido en los 2000. Es un emo que ha ido al gimnasio. Para los rusos, el Draven de esta versión de «El Cuervo» es una especie de Niletto con menos esteroides pero igual de intrascendente.
Es una película que se hace daño a si misma. Yo no me la tomo ni como ofensa a la original. El legado de Brandon Lee está a salvo. El problema es que «El Cuervo» de 2024 es una birria que se destroza a si misma porque empieza bien y cae en picado, rompiendo cualquier esperanza y haciendo trizas las ilusiones que se le había colocado al espectador al comienzo del film.
Algunos pensaréis que no hablo del resto de personajes. Normal. A lo sumo puedo mentar a FKA Twigs (que supongo que la conocerán en su casa a la hora de comer) como la «amada» de Draven y que provoca toda la trama con su muerte. Pero el problema es que siendo una película que degenera tanto, te acabas quedando con la copla de que es una yonqui y liante que por egoísmo de una madre imbécil, acaba muriendo al estilo revancha entre bandas. Es que el personaje no causa simpatía.
Y lo peor, «El Cuervo» iba de amor eterno, de cumplir la promesa y, si, de venganza. O de lucha contra el mal, de hecho. Porque en «El Cuervo» original la venganza de Draven, al final, iba de transmitir que el amor se puede enfrentar a todo y es una fuerza que te puede sostener ante el mayor enemigo. Pero nadie «resucita» en esa película. Draven regresa como un especie de fantasma corpóreo que únicamente quiere cumplir su promesa y hacer pagar el dolor infligido a su amor para poder descansar en paz junto a ella. La versión de 2024, no. Es una cosa rara basa en tratos con el demonio y con la muerte. Tenemos un malo que devora almas, un «héroe» que devora pastillas y una película que devora la paciencia. Una cosa que prometía mucho y, al parecer, se quedó por hacer porque el responsable se fue de vacaciones y dejó al primo tonto al cargo.
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