Vengo calentito y voy a arrear a todo el mundo, aunque sin dar nombres propios porque, aunque hay culpables hasta en la farmacia y en las tiendas de animales, la culpa es del repugnante gobierno que nos toca soportar y de gentuza como Ione Belarra.
Y me da igual que se hagan llamar de izquierdas, «animalistas» o lo que ellos quieran. El mundo está lleno de auténticos hijos de puta que van a entrevistas de trabajo hablando de compañerismo, resiliencia, solidaridad, sororidad y pan gluten-free. ¿Pero sabéis qué? Al final no son más que eso, hijos de puta con labia. Y me jode tenerlos de compañeros, imaginad cuando los tengo haciendo leyes.
Como sabréis muchos, tengo un perro mayor y con problemas crónicos. Necesita estar revisado y controlado, pero aún así, tiene brotes de su enfermedad y todo son emergencias y tratamientos para controlar la situación. Creo que bastante martirio tiene el pobre Elur e, incluso, yo, como para que me tengan que poner las cosas imposibles y que me vengan subnormales del gobierno a decirme «es bienestar animal» con una cínica sonrisa en la cara y mi perro tumbado sin tratamiento.
Supuestamente, la llamada «Ley de Bienestar Animal» pretendía regular y mejorar la situación de los perros de caza. Yo recuerdo esa intención vendida hasta la saciedad. Y los animalistas aplaudiendo. Adivinad. Jamás se tocó esa área. Pero a los que tenemos perros domésticos los han jodido por todos lados y tiene que salir el ministro actual, porque la nefasta Ione Belarra ya no está en cargo después de dejar esa mierda de ley, a defender una ley que no les gusta a los veterinarios ni a los dueños de los animales. Pero claro, un gordo orondo que parece salido de una partida de mus clandestina sabe mucho más de bienestar animal que los veterinarios y los que tenemos animales en nuestras familias. Es más, ese esperpento de ministro se creerá que tiene a gente capacitada para fijar los criterios del test que tendremos que hacer los dueños de animales para poder tenerlos. Porque es por todos sabido que los politoxicómanos que tienen un PPP y pasan un psicotécnico son el mejor ejemplo de que el estado sabe muy bien lo que hace.

O mi favorita, la eliminación de la zoofilia como delito con esa nueva «Ley de Bienestar Animal». Según esa ley, si no hay daño al animal, se puede tener sexo con ellos. Esto llegó a los periódicos hace un año o dos. El gobierno corrió a negar la mayor, lo de siempre. Ósea, mentir. Pero salió mal y decidieron decir que ese aspecto los arreglarían más tarde. Pues tras dos años, ahí sigue intacta. Un cabeza de escarola puede bajarse los pantalones y poner fina a la oveja de un pastor sin consecuencias, pero yo tengo que pasar una odisea para que mi perro no muera.
Como he dicho, mi perro es mayor y tiene una enfermedad crónica. Y tiene crisis. Y se pasa mal, no es una alegría para nadie. Pero antes, si mi perro tenía una crisis y necesitaba rápidamente un antibiótico, el veterinario se lo podía administrar y también darme la receta y vendérmelo. Lo más rápido posible. Pero eso se acabó. Si mi perro tiene una crisis, más me vale rezar y que Elur sea lo más resistente posible. Porque el veterinario, quizás, pueda administrarle una dosis en la propia clínica, pero si tengo que llevarlo a casa, el veterinario tiene que hacer una receta para la farmacia. Farmacias que, en España, no están acostumbradas a vender medicamentos de animales y, lógicamente, no tienen. Y que cierran. Y la de guardia no va a tener. Así que si tengo suerte, puedo encargarlo en alguna farmacia si es un día de diario y esperar a que lo tengan. Con suerte 24 horas, con malas 3 días. Pero da igual, por 3 días no pasa nada. El estado lo sabe mejor que yo y el veterinario. Dejar al perro 5 minutos atado frente a la panadería en un mes de Marzo para comprar el pan es delito, pero dejarlo 3 días sin tratamiento es viruta. Y así es, si el estado es un asesino, no pasa nada. Pero si yo hago algo razonable, soy un psicópata. La cuestión es tener a las viejas preocupadas por su pensión y porque «viene la extrema derecha». Yo es que os daba con el canto de la mano.
Pero luego, es que lo de las recetas también se las trae. Las plataformas online para que quede todo registrado y el estado pueda controlarnos y sancionarnos si en lugar de «Bactrobizin» el veterinario escribió «Bactrobicín», son puro veneno. Como todas las webs del estado. Y si consigues la receta, reza para que la farmacia no ponga pegas por algún motivo extraño y absurdo.
Mi perro ha tenido una crisis recientemente, la veterinaria me hizo una receta. Tenemos el problema de los plazos que provoca que mi perro tenga que estar sin medicación por el ansia de control del estado y la falta de costumbre de las farmacias, pero también el cachondeo de las propias farmacias y sus proveedores. Me recetan pastillas de 1000 mg. Necesito una y media al día durante 10 días. La farmacia, sin tenerlas y teniendo que encargarlas, ha metido cizaña preguntándome cuánto necesito(que lo pone en la receta, rediós) y si me vale de 500 mg porque de 1000 no tendrán jamás. Pero que aún así, no me lo puede dar, que necesita otra receta. Vuelta al veterinario. La veterinaria con cara de circunstancia. Pero es que me han hecho esto dos veces en 2 semanas con dos medicamentos. Todo tiene que estar registrado, todo controlado, menos los nombres y los sueldos de los asesores puestos a dedo en los ministerios. Y mi perro, si se muere, da lo mismo, es mi problema.
Y tengo que tener un seguro para el perro según la «Ley de Bienestar Animal». ¿Un seguro veterinario para que esté protegido? No, eso no es importante. La salud del animal no es «bienestar animal». El seguro es por si el perro hace algo a alguien, vaya, un seguro de responsabilidad civil. Venga, favor a las aseguradoras y comisión, seguro. Clientelismo de estado. Debe ser que algún ministro tenía amigos o familia en aseguradoras.
Pero también busco un suplemento alimenticio para mi perro. Y repito, alimenticio. No un medicamento. Recomendado por la veterinaria. En las tiendas de animales deberían tener. Voy a una, me dicen que es imposible, que eso es en farmacias. En farmacias me miran con desdén y me mandan a tiendas de animales. Que os follen, por Amazon. Luego que alguien tenga valor a decirme que hay que comprar en pequeños negocios. Aunque quizás si que pueda comprar algo en negocios locales. Vaselina. Porque seguramente me podría follar a una oveja como un oriundo del Atlas con todas las de la ley, pero si quiero salvar la vida a Elur, soy sospechoso y necesitan controlarme.
Y éstos son los que dicen mirar por el «bienestar animal», hablan de diálogo social y mucho blablablá progresista. Los mismos que se llaman feministas y se van de clubes o tienen lazos con saunas de ambiente.
Arden pocos ministerios.
Últimas entradas