«Déjame salir» – El racismo de Jordan Peele


La película que voy a valorar y destrozar es un auténtico desastre. Tanto por ser absurda, como por ser una auténtica difamación racista. Pero vivimos en unos tiempos en que el racismo solo se tolera cuando proviene de un lado. Y Jordan Peele, el director, es un auténtico artista en hacer basura racista. Pero de él y sus problemas trataré más tarde.

La película ya empieza bien. Un afroamericano pasea con temor y sospechas por un barrio residencial. Horrible. Yo también pasaría miedo. Quizás me cobren 5 euros por un vaso de agua. Y durante una llamada, un coche deportivo blanco (¡oh, coincidencia!) se acerca sigilosamente y cambia de dirección para seguir al afroamericano. Abre la ventanilla y suena música. Música de los alegres años 20. Claro, no podía haber música más relacionada con el estereotipo de la clase alta blanca estadounidense.

Vaya, que la escena es una inversión ridícula de la corriente escena de blanco en barrio degradado de noche y que acaba atacado por una banda de afroamericanos en un coche con música rap. El guionista en los primeros minutos ya demuestra que básicamente invierte la realidad para crear un terror en el que los monstruos sean los blancos de clase alta, agazapados en sus deportivos blancos con música rancia. Tan perturbador como ridículo.

Ese afroamericano desaparece. Y la siguiente escena presenta a los protagonistas. Una pareja interracial que vive en una especie de loft bohemio. Un afroamericano barbilampiño al que se le presenta afeitándose(muy sexy y varonil, pero absurdo) que trabaja como fotógrafo. Muy civilizado y sofisticado. Y una chica blanca de clase alta a la que se la presenta mirando cruasanes de hipster. Y no hay ninguna tensión. Son presentados como una pareja ideal. Curioso. Hace años que no veía una película en que apareciera una pareja funcional y que se quiera. Y con los roles clásicos. Pero claro, eran parejas blancas. Tenían que ser parejas disfuncionales por algún motivo. Y si el hombre blanco es afeminado, flojo y mezquino, mejor. Pero en este caso es una pareja interracial, así que todo debe ser bonito. Hasta que salgan más blancos.

Y cuando salen más blancos, ya hay racismo explícito y latente. Un policía racista. Y, sobretodo, una familia de la chica, racista. Pero racismo cutre. Racismo de querer aparentar ser progre pero ser evdiente que hay algo raro. Y cuando hay referencias a la «genética» del tipo afroamericano por su potencial «fuerza», ya salen los estereotipos con un componente de fetichismo racial.

Ésto último muy marcado en una especie de fiesta que organizan los padres de la chica. Y todo se llama de viejos blancos y señoronas con coches de gala en una especie de fiesta de campo. Entonces las referencias fetichistas son aún más evidentes. Los chascarrillos de siempre.

Y como adelanto, la madre de la chica hace hipnosis y los pocos afroamericanos que aparecen, criados y alguno suelto, tienen comportamientos «raros». O más bien «comportamientos muy blancos». Todo muy perturbador y que dejar entender que la película es una especie terror basado en una conspiración de blancos ricos y fetichistas contra negros.

Hay hasta una partida de bingo en la que se sortea al joven afroamericano. Personalmente, no causa miedo la trama, causa miedo pensar que hay guionistas tan retorcidos y con un evidente componente de odio racial. Como para convertir a un grupo racial en una especie de secta elitista y fetichista que quieren negros a los que hipnotizar y sortear. Yo siento ser explícito, pero falta una escena en que los blancos ricos hagan una oración colectiva de rodillas ante un tótem con forma de pene negro. La película es tan mala y absurda que podría ser y no llamaría la atención.

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La misma cara se me quedaría si tuviera que ver esa basura otra vez.

Toda la película se resume en una especie de secta de blancos ricos que quieren convertir a pobres e inocentes negros en monigotes a través de la hipnosis para aprovechar sus «portentosas capacidades físicas». Una especie de apología de supremacismo negro tapado a través de la historia de una conspiración de blancos decadentes que, básicamente, es difamación y odio racial.


¿Queréis saber toda la hipnosis, el secuestro de afroamericanos y el sorteo, para qué es? Efectivamente, para hacerse con la «fuerza», «agilidad», «resistencia» y, me callo las referencias sexuales, de un afroamericano. ¿Cómo? Una especie de transplante de cerebro de gente blanca dentro del afroamericano. Nada absurdo.

Pero por suerte, el protagonista es tan «fuerte» que aguanta la hipnosis, las drogas y consigue matar y escapar. Como digo, es un alegato racista enorme pero tolerado por ser el discurso imperante. Pero no por ello deja de ser absurdo y lamentable.

Hay películas racistas de comienzos del siglo XX que despiertan menos miedo racial que ésta basura que daría vergüenza incluso a miembros de los Panteras Negras.

Sobre el autor de la basura: Jordan Peele

Para haceros una idea de quién es Jordan Peele, os recomiendo buscar sus otras películas. Son básicamente la misma basura argumental centrada en «negro buenos y fuertes contra blancos malos y mezquinos». Todas. No hay excepción. Pero eso tiene una cosa positiva. Vista una de sus películas, vistas todas.

Él dice ser comediante. Y puede que lo sea, sus películas son una payasada. No sé cómo han habido supuestos profesionales del cine han tratado a «Déjame salir» de película «inteligente e innovadora». Espero que jamás vean películas como «Raza» o «El nacimiento de una nación», porque será gracioso que descubran que el chovinismo y el racismo ya existían hace más de 100 años en el cine. Incluso con más disimulo y mejor historia. Pero me queda claro que en la mayoría de oficias supuestamente relacionados con la cultura, lo último es la cultura. Todo va según le guste al que pone los billetes.

Vamos a reconocer a Jordan Peele como comediante, aunque es más conocido por su labor en difundir odio racial con personajes planos y toscos. Y la misma historia repetida en todas sus películas. Debe ser muy triste ser un afroamericano rico que dirige películas en Hollywood y casado con una mujer judía. Por eso tiene que mostrar la «opresión» que sufre en forma de películas que cambiando los personajes de color, serían prohibidas. Para que digan que el orden de los factores no altera el producto.

El pobre millonetis ha repetido esa trama en «Us». Pero es un inconformista. También ha tenido tiempo en manchar y destruir clásicos con su racismo. Caso de «Candyman». Si ves la original y luego ves la basura que ha hecho Jordan Peele, es de ir al juzgado. En realidad, su discurso ya debería estar sancionado con la cárcel. Porque, incluso, se permite decir públicamente «no quiero a blancos en papeles protagonistas». Bueno, yo no quiero películas de mierda y aquí estamos, moreno. Pero lo que le hizo «Candyman» es una auténtica barbaridad.

Lo que me preocupa de Jordan Peele, es que haciendo las películas que hace y, diciendo las cosas que dice, en su fuero interno debe ser aún peor. Y me veo que algún día salga en taparrabos por la calle a matar blancos o se ponga a denunciar a las conserveras gallegas «porque el atún es claro». O lo mismo se pone a hacer un Change.org para cambiar la Casa Blanca a un color marrón y llamarla «Casa Guarra». Cualquier imbecilidad es posible cuando se permite que tontos tengan medios,


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