Nos estamos volviendo tontos y nos la pela

Hace tiempo que soy consciente que en muchos lugares del mundo estamos cayendo en una espiral de involución de la que costará salir. Y eso será si tocamos suelo y decidimos levantarnos. Cosa que tampoco parece el caso. La caída está siendo tan rápida y profunda que si tocamos suelo, acabaremos más planos que la nariz del hijo de Biden en un after de Bangkok.

Yo comencé a sospechar que algo iba mal, cuando en las puertas ponía «empujar» y la gente estiraba insistentemente como si quisiera llevarse el edificio de vacaciones.

Luego llegó el momento en que en algunas estaciones de tren cambiaron los carteles de «no cruzar por las vías» por «no saltar a la vía». ¿De verdad hay alguien que no tiene nada mejor que hacer y se dice a si mismo «voy a saltar a la vía del tren, que se ha quedado buen día para ser tartar de imbécil»?. Porque entiendo que ese cartel no va por los suicidas. Porque dudo que alguien que se va a suicidar y vea tal cartel, piense: «uy, no, mejor me tiro de lo alto de un edificio, que está prohibido tirarse a la vía del tren».

Más recientemente, me di cuenta que los coches cada vez tenían más botones y comandos. Y mientras más aumentaban los botones, menús y pantallas táctiles, más se reducía el uso de los intermitentes. La gente querrá coches automáticos, con botones para activar los asientos calefactables y, si hace falta, un botón onanista para tener un final feliz, pero se han vuelto incapaces de poner el intermitente cuando van a girar a la derecha. Aunque tampoco descarto que ésto se deba a otras cuestiones y no tanto a que nos estemos volviendo todos gilipollas. Tengo la teoría que el descenso del uso de intermitentes es proporcional al aumento de la cuota de mercado de BMW.

Porque si ves a un gilipollas haciendo el imbécil con el coche, adelantando por donde no se puede y sin poner intermitentes, es un BMW. Se dice que jamás se ha visto un día en que no salga el sol. Pero hay cosas más insólitas de ver. Y habrá un día en que no salga el sol. Pero jamás se verá a un BMW poniendo un intermitente. BMW, la marca, yo creo que pone los faros por pura estética, pero sin bombillas, para ahorrar costes. Total, ya saben que sus compradores jamás los utilizarán. Es más, seguramente, la palanquita del intermitente en los BMW ni siquiera funciona. O peor, si alguien toca la palanca del intermitente en un BMW, el coche tiene un modo «Transformer» y pasa de BMW a Dacia Sandero.

bmw no pone intermitente

Pero volvamos al tema de la involución social y dejemos los BMW.

Todo este tema lo saco porque esta mañana emitían un reportaje sobre el cáncer de próstata. Y más allá de otras cuestiones, me ha llamado poderosamente la atención una pregunta de la reportera a un médico. Y la pregunta era: ¿Por qué no recomendaría usted el consumo de orina?.

Se me ha salido el café por la nariz. Era más Nespresso que persona. Y como estoy resfriado, el café iba con crema. Pero no es broma. La reportera, de entre todas las posibles preguntas sobre el cáncer de próstata, le he preguntado al médico sobre el consumo de orina.
Y el médico, lejos de decirle «chica, céntrate, que esto no es una rave», le ha respondido con seriedad. Diciendo que la orina es material de desecho y con grado de toxicidad, por lo que no es sano. No sabía yo que alguien pensaba que la orina era sidra dulce. Pero debe haber un aumento del consumo de orina que desconocía. Antes habían perversiones como la lluvia dorada. Ahora parece que alguien se cree que en lugar de fetichista, es gourmet.

Yo comienzo a tener miedo. Cuando vaya a comprar un cruasán de chocolate, pediré una declaración jurada al panadero sobre que el chocolate es de verdad. Y se acabó comprar Maltessers, que hay muchas granjas de cabras.

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