Tenía que ir esta mañana a Barcelona a hacer un recado y he decidido ir en tren. Aunque ya sabemos que funciona mal desde hace años. Y cada vez peor. Aunque llevan años de obras y supuestas mejoras y algún día tendrá que funcionar mejor. Por eso le he dado una oportunidad.
Llegado a la estación a las 8:50, espero coger el tren de las 9:22. De hecho, estaba marcado en la pantalla de la estación, todo correcto. Menos correcto es que hubieran dos trenes por encima sin hora, como si estuvieran en el limbo. Pero espero a que se acerque la hora sin marcar el billete hasta bajar al andén. A las 8:55 llega un tren que debería ir a Sant Vicenç de Calders. Se bajan todos del tren y suben cabreados como monas a la estación. Por lo visto, hoy era el primer día que volvía a funcionar el tramo de Vilafranca hasta Sant Vicenç, pero se ha gafado. Según explicaciones, los «trabajos» se han alargado. Yo lo llamo carajillo. Nadie da explicaciones ni indicaciones y la gente, supongo, yendo a la estación de autobús por su propio pie y voluntad para conseguir llegar a Sant Vicenç. La mañana promete.
Son las 9:00. Por megafonía, la trabajadora de información que ya ha vuelto a trabajar, anuncia repentinamente el tren a Barcelona (o Manresa) por la vía 2. Viendo el percal, decido marcar y bajar. Mientras bajamos por la rampa 5 personas, el tren se va. Fantástico, gran servicio.
Me espero por la parte superior. La gente comienza a llegar para el supuesto tren de las 9:22, que no sé si es el que se ha marchado 20 minutos antes o, el que han hecho desaparecer de las pantallas. Ya no hay tren de las 9:22. Ahora sólo hacen constar el de las 9:52. Son las 9:10.
La gente comienza a preguntar al de seguridad. Todos resignados. Ya no hay ni indignación. El de seguridad tan resignado como los pasajeros del tren invisible. Hay un tren que ha finalizado su trayecto en una vía muerta. Van a buscar al conductor por si él sabe algo. No hay conductor. No sabía que acababan la jornada a las 9:00. Deben ser las 3 horas de tráfico interrumpido y a trompicones más productivas del mundo. Nadie sabe cómo se ha escapado. Aunque es lógico.
En Cataluña los conductores de Rodalies tienen permitido vestir como mamarrachos. Es muy posible que el cani con camiseta con manchurrones y chanclas sea el conductor y no un habitual de Proyecto Hombre. O ambas, tampoco subestimemos. Por eso van bien los uniformes, ya no por aparentar profesionalidad, es más para evitar que se escapen. Porque nadie tiene información de central. No llega nada. Tenemos tren invisible, vía desconocida, conductor fantasma y nula información. Pero el billete se paga. Porque hay que pagar esa gestión de calidad de los servicios públicos.
Un joven dice «en la app pone en la vía 2». Si, muy bien, pero es que ha desaparecido un tren. Bueno, y un conductor, pero ese ya se da por perdido. El caso ¿El de la vía 2 es el de y 52 o el desaparecido? Llega la mujer de información. Dice lo mismo. Que en la app pone que saldrá por vía 2, pero que es nuestra responsabilidad. Jódete y baila. Ya son las 9:28. Mucha gente va a la vía 2. Me quedo arriba, cerca de la rampa para bajar a la vía 2 si llega o poder llegar antes que los demás a la vía 1. Rodalies es un enorme «Humor amarillo» sin gracia. Anuncian un tren sin parada y que no nos acerquemos a la vía. Pasan 2 minutos y aparece el tren sin parada. Hijos de puta, es el R4 para Barcelona. Bajo corriendo. Llega otro tren y se para en la vía 1. Desde dentro del tren puedo leer en el otro tren «Vilafranca». Me lo veo, nos harán cambiarnos. Pero no. Menuda suerte tengo. Y sólo he perdido 50 minutos.
PS. El tren acababa el recorrido en Cornellá. Si queríamos ir más allá, a esperar un mínimo de siete minutos hasta que pase otro.
PPS. Llega el otro tren. Es un tren corto. Lujazo. Quizás con suerte en Barcelona llueva mierda. Está nublado.
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