Volver al campo, ¿una utopía?

El pasado domingo se manifestaron amplios sectores del sector primario en Madrid. Y con toda la razón del mundo. No es mi objetivo entrar a valorar sus legítimas reclamaciones a un sector con trabajadores muy sacrificados que son los que nos permiten tener algo sobre la mesa para comer. Y todos sabemos que el sector primario está permanentemente amenazado y con serios problemas. Podríamos hablar de las trabas burocráticas, cupos impuestos, legislaciones absurdas, competencia desleal permitida por las propias administraciones que deberían velar por los intereses de los ciudadanos, etc. Pero quiero hablar de algo relacionado, pero diferente.

Quiero hablar de la posibilidad de que la despoblación que sufre el medio rural se revierta con la atracción de jóvenes que logren combatir parcialmente el envejecimiento de la población y la pérdida de explotaciones, de patrimonio cultural, de tejido productivo(porque más productivo que alimentar a tu población no hay nada) y de la pérdida de pueblos enteros engullidos por la falta de oportunidades y la desidia institucional. Y hablo de desidia por no hablar de ataque directo. Porque los gobiernos suelen hacer discursos y campañas para erigirse como posibles salvadores del medio rural, pero a la hora de la verdad, por cada plan medianamente funcional para repoblar, destruyen mucho más.

volver al campo juventud

Pero a nivel social hay una especie de autocomplacencia mezclada con cinismo que merece atención. Hay ciertas afirmaciones que he escuchado recurrentemente cuando se saca el tema de que hayan jóvenes que puedan trabajar y vivir en el medio rural. Y me gustaría comentarlas.

  • «Los jóvenes no quieren trabajar en el campo, prefieren la ciudad.» Una afirmación como otra cualquiera. Es como la abuela que dice que a todos los niños les gusta el chocolate negro. Habrá niños que lo adoren y niños que prefieran el chocolate con leche o incluso el blanco. O niños que adoren las lentejas. Pero el problema es que la abuela te tiene que colocar el chocolate negro porque no tiene otra cosa. Pues es lo mismo. Asumimos que a la juventud le tiene que gustar la ciudad y así despachamos la cuestión de que hay que solucionar el problema de la despoblación rural con un «es que no quieren estar en el pueblo».
  • «El trabajo en el campo es muy duro.» Esta frase se parece muchísimo a la anterior. Y parece más una forma de justificarse que un argumento racional. Es cierto que el trabajo en el medio rural es duro y sacrificado. Y que si eres el dueño de la explotación, difícilmente puedes permitirte vacaciones y bajas. Pero se afirma lo de «trabajas en el campo es muy duro» como si trabajar en una oficina con una carga de trabajo y ansiedad insostenibles y por un salario mileurista(en el mejor de los casos) fuese una delicia. Si, trabajar en el campo es sacrificado, pero si ofrecemos un sueldo equiparable por criar ganado al que tendríamos asfixiados en una oficina, muchos nos tiramos al monte de cabeza. Pero en las condiciones actuales, eso es inimaginable.
  • «Si no vienes de familia ganadera, es imposible comenzar una explotación». Aquí hay una mezcla de verdad y de cierto cinismo. Si, montar una ganadería desde cero es harto difícil. Como cualquier otro negocio. Con la dificultad añadida de tener que conseguir tierras, casa, el ganado y todos los medios y conocimiento necesarios para que sea rentable. Y si, es muy difícil si no tienes una familia que ya tenga todo eso en su haber. Y aún así hay familias de larga tradición ganadera que disponen de todo ello y se ven ahogados económicamente sin ninguna compasión por la administración. Todo hay que decirlo. Y es la misma administración la que tratando siempre de la despoblación rural se llena la boca de que hay que atraer a los jóvenes. Mientras a los pocos que quedan les suelen hacer la vida imposible con tasas, burocracias y legislaciones en todas las escalas. Así que hay mucho cinismo en esta cuestión.

Con estos comentarios a frases que todos hemos escuchado, no quiero mostrar únicamente mi acritud. Me sienta mal, aunque seguramente siente peor a todos aquellos trabajadores que permanecen en el medio rural y ven cómo sus pueblos se extinguen en medio de una enorme polvareda de charlatanes que nada arreglan, pero de todo hablan.

Y ya está bien de dejar morir a nuestros pueblos mientras hay muchísimos jóvenes que podrían hacerse cargo de la situación. El problema es que vivimos en el corto plazo y ningún gobierno tiene planes ambiciosos. Únicamente maquillaje para aparentar un poco menos de desastre mientras todo va a peor.

Que los jóvenes no quieren trabajar en el medio rural es una enorme mentira. El que se quiera contar esa mentira a sí mismo para sentirse mejor y menos responsable, puede hacerlo, faltaría más. Pero no es con ellos con quiénes se debería contar para solucionar el problema. Y tampoco deberíamos contar con aquellos responsables que sólo ven a corto plazo y son maestros en poner parches para tapar un pozo. Es más, no deberían ser reponsables.

No podemos permitirnos perder todo lo que se está esfumando en el medio rural. Y se necesitan planes ambiciosos. Si no hay conocimiento en muchos de nosotros para llevar un campo o el ganado, sigue pudiéndose obtener ese conocimiento de quiénes hay permanecen en los pueblos. Si no hay conexión a internet, se emplea la décima parte de alguna partida presupuestaria como la de hacer de las tapas Patrimonio de la Humanidad para poner una antena de telefonía. Si los trámites son engorrosos y muy difíciles, se suprimen o se agiliza la burocracia, al gusto. Y si el Estado tiene que dejar de sangrar a los ganaderos para que puedan vivir de su trabajo, se hará. Porque el Estado puede sobrevivir sin tanto sablazo, pero en la ciudad no podemos comer sin el trabajo de los pueblos.

Es una cuestión de supervivencia, no solamente del medio rural, sino de toda nuestra sociedad.

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