Un motivo para continuar

El mayor problema de nuestra existencia es muy posiblemente la falta de expectativas, la sensación de vacío y de falta de objetivos. Algo que llevado al extremo nos puede llevar a un sentimiento de fracaso absoluto. Y si, por desgracia, ese sentimiento se enquista en nuestra mente, las consecuencias pueden ser catastróficas.

Los seres humanos somos mucho más resistentes y fuertes de lo que creemos. Pero esa resistencia está muy centrada en factores externos. A lo largo de nuestra trayectoria como especie, los mayores peligros provenían de potenciales agresores externos ya los cuáles podíamos identificar. Y lógicamente podíamos enfrentarnos o huir.

El problema del mundo contemporáneo occidental es que, si bien siguen existiendo amenazas externas, nuestro mayor enemigo ha pasado a ser una sombra difusa instalada en nuestro interior y que nos puede llegar a destrozar desde dentro. Y para eso, por desgracia, no estamos tan preparados como para un simple sopapo.

La depresión, enfermedad que ya se identifica como una de las consecuencias más claras y estremecedoras de la modernidad en nuestras vidas, puede ser precisamente uno de los estados más avanzados de lo que he descrito al comienzo.

No soy psicólogo, ni quiero tratar de la depresión en particular, si bien si que quería citar este problema como una de las caras más devastadoras a las que puede llevar un largo camino de sensación de sinsentido vital. Pero mi intención con este pequeño artículo no es meramente mostrar este problema. Mi objetivo es dejar constancia de algunas ideas que, quizás, pudieran servir de ayuda a personas que se encuentren en momentos difíciles. Lógicamente, cada persona es un mundo y no puedo saber el mejor camino para cada uno. Pero si que puedo dejar anotadas ciertas ideas, quizás algo vagas, que puedan ayudar a ver el camino más claro en momentos de oscuridad.

un motivo para continuar

Porque la mayoría de veces el problema surge así. Sencillamente no vemos el camino. Y si esa oscuridad se cronifica, salir de las tinieblas se vuelve cada vez más difícil.

El por qué no vemos el camino puede tener muchísimas respuestas. Desde un fracaso sentimental, el haber conseguido un objetivo determinado pero no tener nada más o, incluso, que nos hayan truncado el camino de todas las formas posibles. Hay tantas respuestas como personas. Pero debemos salir de ahí.

Debemos tener claro que sin proyectos en los que volcar nuestra energía, estamos condenados. Lo humanos necesitamos proyectos, necesitamos un motivo para levantarnos por las mañanas, necesitamos un motivo por el que levantarnos en general. Necesitamos ilusión.

Y si, cuando un proyecto se trunca completamente y se nos cae cualquier opción, es difícil recuperarse. Cuando concentramos toda nuestra energía en un proyecto, a veces un proyecto vital completo, y éste se derrumba o se vuelve insostenible, todo se vuelve oscuro y carente de sentido. Todos hemos tenido esa sensación en un grado u otro.

Pero no podemos caer en el nihilismo más absoluto e incluso en decirnos algo así como «nada tiene sentido, mi vida no tiene sentido». Todos tenemos deseos, tenemos anhelos y sueños que nos gustaría cumplir. Eso siempre permanece en nuestro interior. La única respuesta que he obtenido ante esa observación es «pero es difícil/imposible».

Y en esos momentos recuerdo que mi abuela solía decir «el no ya lo tienes». Una forma como otra cualquiera de decir que sin acción, la respuesta siempre es negativa. Hay que intentarlo, porque lo peor que puede pasarnos si lo intentamos, es quedarnos igual. Pero el potencial beneficio de intentarlo siempre compensa.

De una forma más filosófica, la voluntad es acción. Quizás hayamos confundido durante mucho tiempo la voluntad con el mero deseo o el anhelo. Y nada más lejos. Cualquier anhelo real requiere de acción para convertirse en voluntad. O como diríamos de una forma más corriente, «el movimiento se demuestra andando».

Y en esos momentos recuerdo que mi abuela solía decir «el no ya lo tienes»(…) Hay que intentarlo, porque lo peor que puede pasarnos si lo intentamos, es quedarnos igual. Pero el potencial beneficio de intentarlo siempre compensa.

En nuestra cultura hay muchos proverbios y refranes que nos marcan el camino a seguir. A veces el saber popular parece una superchería, pero en muchos casos es un conocimiento de infinitas generaciones. Y precisamente, «quien no se aventura, no ha ventura».

Reconozco que es muy fácil escribir éstas líneas pero es harto complicado ponerlo en práctica cuando te encuentras en esa situación. Pero ello no le quita ninguna validez. Aún siendo cierto que cuando no le encontramos sentido a nada, puede sonar cruel invitar a tomar decisiones y a moverse, creo que es el mejor consejo que se puede dar. Una persona puede necesitar descanso, reposo y soledad en algunas ocasiones, pero nunca debemos permitirnos caer en una espiral autodestructiva. En ese momento en que el pensar solamente aporta dolor y dudar de nuestra propia existencia, tenemos que enfocar nuestra energía a la acción. Tenemos que movernos, que comenzar a construir algo. A dar pasos, aunque sean pequeños. Porque todo empieza con un primer paso. Y como decía mi abuela «el no ya lo tienes».

Quien por nada se levanta, por cualquier cosa cae.

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